domingo, 7 de mayo de 2017

El Lavatorio (Tintoretto)



Jacopo Robusti (Tintoretto) es el máximo representante en la pintura veneciana de la corriente manierista, a la que se entregó de modo radical. Pertenece a una escuela pictórica surgida en Venecia, iniciada por Giorgione y definida por Tiziano, Tintoretto y El Veronés.


De la etapa juvenil de Tintoretto, es El lavatorio (óleo sobre lienzo, 210x533 cm), ubicado actualmente en el Museo del Prado (Madrid), pintado en 1547; recibió Il Tintoretto el encargo de pintar dos grandes lienzos destinados a las paredes laterales de la capilla mayor de la iglesia de San Marcuola, en Venecia. Uno de los dos sería El Lavatorio de los pies, y el otro La Santa Cena, con el que tenía que estar en armonía situado enfrente. 


El cuadro fue adquirido por el monarca Felipe IV al rey de Inglaterra, formó parte de la decoración de El Escorial antes de pasar al Museo del Prado (Madrid). 

La pintura ilustra un pasaje del evangelio de San Juan (13:2-14) que narra el momento en que Jesús se dispone a lavar los pies de su discípulo Simón Pedro. El lavatorio es una metáfora de la confesión que antecede a la comunión. La Santa Cena está presente en el fondo de la misma composición en un cuadro dentro del cuadro, a la derecha, situado sobre la cabeza de Jesús. 
La composición utiliza un recurso manierista como es el desplazamiento de la escena principal, contraponiendo en la otra esquina la figura de un apóstol descalzándose. En el centro y primer plano un perro y más atrás, la mesa de la futura cena pascual con las figuras de los otros apóstoles, dos de ellos en forzado escorzo. Los personajes están dispuestos teniendo en cuenta el punto de vista frontal del espectador. La profundidad viene reforzada por la mesa y las baldosas del suelo creando una gran diagonal que va desde el grupo de Cristo y Pedro hasta la arquitectura clacisista del fondo. Por tanto el cuadro se debe ver a partir de la diagonal que empieza con Cristo, prosiguiendo por la mesa y acabando en el arco de triunfo de fondo. Está realizado así ya que el cuadro se situaría en el muro lateral de la nave. También crea una perspectiva  aérea utilizando gamas frías en el fondo que parece difuminarse por la neblina del canal .
Usa pincelada abierta; globaliza los elementos, haciéndolos indeterminados e indefinidos, permitiendo una mayor subjetivización e imaginación por parte del espectador. Combina colores fríos como los azules y con colores cálidos como el rojo, los marrones, el carne y los rosas a la manera veneciana. Las pinceladas suelen ser densas y con mucho empaste. Este cuadro anticipa las composiciones y formas más atrevidas de Tintoretto maduro. 
En trabajos primerizos como este se encuentran muchos rasgos, como la compleja disposición espacial y los efectos de contraluz. El cuadro ofrece una visión lateral desarrollada en profundidad con alternancia de zonas iluminadas y espacios en penumbra, lo que concede una compleja y audaz escenografía. Los personajes están dispuestos en abanico  y diseminados en los diversos planos de la perspectiva de tal modo que configuran una silueta rítmica continua y ondulante. El carácter profundo de su vehemente y contorsionado lenguaje pictórico se aparta de los modelos de Tiziano y Miguel Ángel, que el autor tanto admiraba, por su misticismo y espectacularidad. 
Si bien los distintos grupos están relacionados entre sí, cada uno de ellos posee una anatomía espacial y valor independiente, pudiendo estar al margen del significado general. Las figuras se caracterizan por su realismo y la tensión dramática.
Tintoretto ha sido fiel en la tradición icnográfica al representar a Jesús arrodillado lavando los pies a San Pedro, que hace un movimiento de sorpresa; los gestos de ambos son un intento de expresar el diálogo expresado en el Evangelio de san Juan. Cristo llevaba a la cintura anudada la toalla con la que va a enjaguar los pies de sus discípulos. 
El punto de fuga de la perspectiva lateral del cuadro es al mismo tiempo la fuente de donde procede la luminosidad, si no se tienen en cuenta los halos que brillan en torno a las cabezas de los apóstoles. Las arquitecturas de este fondo parecen imágenes de una urbe ideal. Se tratan de monumentos inspirados en los tratados de Sebastiano Serlo, arquitecto de la época. Los edificios venecianos bordean un canal de aguas cristalinas.
Se produce un fortalecimiento de las relaciones entre los países y el establecimiento de nuevos vínculos entre pueblos, por tanto un intercambio más fluidos de ideas. Así, en la Europa del S.XVI, transformada en un nuevo mundo de contactos e intercambios continuos,  las manifestaciones artísticas y culturales se divulgarán con facilidad a lo largo del continente, fenómeno en el que desempeñarán un papel muy importante la imprenta y el grabado. El siglo XVI, denominado Cinquencento, será el gran momento de difusión de la cultura y arte italianos, de la cultura y el arte del Renacimiento. 
Por otra parte, supone una época crítica, fragmentada y convulsa, sobretodo desde los puntos de vista religioso y político. El Renacimiento surge como reflejo de un proceso de cambio continuo.

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