Trataremos La balsa de la Medusa (Musée de Louvre, París) óleo sobre lienzo (716x491cm), obra perteneciente al romanticismo francés.
El tema es histórico y escenifica la tragedia del 2 de julio de 1816 cuando naufragó una fragata con destino a Senegal cerca de la costa de África Occidental. El capitán, un noble incompetente que debía su puesto a la influencia del gobierno de la Restauración borbónica, abandonó a la tripulación a su suerte, dejando a los náufragos a la deriva sobre una frágil balsa, lo que provocó un infierno de mutilaciones, canibalismo y enloquecidas rebeliones. Se construyó una balsa para que los botes salvavidas de la fragata la remolcaran, pero los marineros de los botes cortaron los cables y la balsa quedó a la deriva cargada con ciento cincuenta personas. Después de doce días fueron rescatados por un bergantín. A su regreso a París, esta tragedia causó una gran expectación, avivada por el libro que se publicó en 1817 por dos supervivientes, donde se narraba la historia. Se acusó al gobierno de negligencia y favoritismo. Esta crónica fue publicada posteriormente por dos de los supervivientes.
Géricault, al conocer el macabro suceso, fue a la costa normalmente para observar el movimiento de las olas, visitó hospitales y depósitos de cadáveres, ordenó que le construyeran una balsa parecida a la que fue escenario del desgraciado suceso y realizó, por fin, una composición épica titulada La balsa de la Medusa. La pintura que muestra influencias de su maestro Pierre Guérin, de Miguel Ángel y de Caravaggio en la iluminación, posee una estructura compositiva triangular, clásica en el estilo del artista, que en su ascensión representa la lucha por la vida y la esperanza que nace del horror, cuando los supervivientes consiguen divisar un barco en el horizonte; más allá de su literalidad descriptiva, simboliza las diferencias provocadas por el privilegio de los aristócratas y por la desigualdad social en general. Expuesta en el Salón de 1819 con un título poco comprometido: Escena de un naufragio, no vio satisfechas sus expectativas revolucionaras en París, pero gustó en Inglaterra, donde Géricault pasó los dos años siguientes interesado por la pintura inglesa. Géricault no se interesó tanto por la carga política de denuncia como por las posibilidades de representar la existencia humana enfrentada a una situación extrema.
Usa un punto de vista elevado a fin de aproximar al espectador a los acontecimientos, y el recurso de una pincelada energética de paleta cromática tenebrista acentúan el incontrolable sentimiento de desesperación en una pintura de excepcionales dimensiones y poderosa energía. El eje central de la composición avanza hacia la esbelta espalda desnuda del negro (izquierda), que, subido en un tonel y sostenido por sus compañeros, agita en el aire un pañuelo para llamar la atención de un barco lejano, y define así el vértice final de la pirámide de cuerpos, excitados y vibrantes, que representa la culminación de la pasión, concentrada en la esperanza de una salvación incierta. Aunque no pueda hablarse de retratos, todas las figuras que aparecen en La Balsa de la Medusa son personajes sacados de la vida real, algunos de ellos supervivientes de la catástrofe. En concreto, para el modelado de la figura que, también sobre el tonel agita un pañuelo blanco, sirvió de modelo el joven Delacroix.
El flujo y reflujo de los estados de ánimo quedan perfectamente reflejados en el movimiento y posición de la figura. Para conseguir la instantaniedad de las figuras Géricault trabajó con pequeñas figurillas de cera, modeladas ágilmente mientras estudiaba los movimientos de sus modelos.
Abajo a la izquierda podemos observar el detalle de un náufrago muerto, que alude al episodio de canibalismo narrado por dos de los supervivientes. Estos cuerpos muertos procedían de estudios sobre cadáveres y miembros amputados que Géricault había realizado en el hospital y en el depósito de cadáveres.
La violencia destructiva del mar, vinculada a la tradición mítica de la furia de Poseidón, fue un tema romántico por excedencia. Sin embargo, esta obra fue considerada una alegoría política y un pretexto para atacar al gobierno borbónico de Francia en la tambaleante Monarquía en 1847.
La Revolución Francesa (1789) y la Revolución Industrial encauzaron los procesos de transformación política, económica y social que se desarrollaron durante el siglo XIX. La Revolución francesa supuso el triunfo de la burguesía el fin del Antiguo Régimen, y la Revolución Industrial favoreció la aparición de la nueva figura del proletariado y dio un vuelco a las estructuras económicas y productivas. En Francia, después del período napoleónico, se produjeron las grandes revoluciones sociales ( revoluciones burguesas 1820 y 1830, y la revolución obrera de París de 1848)
Desde el punto de vista artístico, París se convirtió durante el período romántico el punto de referencia del arte europeo. Este liderazgo se acentuó en el ámbito pictórico. El Romanticismo del siglo XIX fue una contraposición del Neoclasicismo.
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